Superhéroes... Controlando la luz del Sol (XV)
Llegué el jueves a Madrid sin problemas en el vuelo, aunque la gente anda revuelta y los baches no ayudan.
Lo primero que hago al llegar a Madrid es darme un paseo, a ver cómo me la encuentro.
Aquí cada día tienes la sensación de que puede pasar lo imposible cuando te levantas por la mañana.
Y eso fue lo que me sucedió este sábado.
A última hora tenía una cita con Javi. Iba a explicarme todo lo de los agujeros negros. Podría ser lo que estoy buscando(…). En cualquier caso, tiene buena pinta. Pero necesito detalles.
Iba a la zona de Montera por Fuencarral, entonces se me acercó un rumano con La Farola.
- Un sigaro, pore favore.
Saco el paquete y le doy un pitillo.
Mientras se lo enciendo, él me mira pero no dice nada.
- Grasias, señore.
Continúo andando, esquivando a la gente que siempre abarrota esta calle. Una señora, con un bebé colgado a la espalda y mil niños alrededor, me asalta,
- Una moneda, pore favore, una moneda, pore favore, una moneda…-.
- Lo siento-. Y continúo.
Cuando llego a Gran Vía el tráfico de gente ha disminuido y decido pararme un segundo.
Entonces recuerdo la última vez que los rumanos se cruzaron en mi camino.
Decido dar media vuelta.
No doy ni tres pasos cuando me vuelvo a encontrar al de La Farola.
Estoy a punto de decirle algo pero se me adelanta.
- Vinga conmigo, señore.
Cruzamos la Gran Vía hasta llegar al último portal antes de Callao.
Me invita a entrar. Veo al portero hacer una señal al rumano. Me abre el ascensor e introduce una llave en la cerradura superior de una fila de más de diez. La puerta se cierra, subo y se vuelve a abrir.
Entro en un salón gigante con muchos cuadros ( una escultura de Brancusi!), una enorme librería, lámparas,… y al fondo, un gran ventanal.
- ¿Puede esperar por la cita con su amigo?, me dice una voz familiar desde la ventana.
- Claro-.
Me fijo en que la luz que entra por la ventana tiene un fuerte tono parduzco. Está tan filtrada que no molesta en contraste con la penumbra del salón y entonces caigo en la cuenta de quién me acompaña.
- Estoy al tanto de la empresa que se le ha encomendado…- me dice.
- (?!).
- … Y quiero ayudarle. No se preocupe, a su debido tiempo intercederé por usted. Siga su buen camino, va a ser muy placentero y confío en usted.
Me acerca la mano y me devuelve el papel donde yo había apuntado la dirección de Javi.
- Ahora váyase.
Me saluda con la cabeza, le respondo y me retiro mirando el papel, extrañado.
Después he quedado con Javi y me ha dado mucha información que tengo que ordenar cuanto antes. No sé cuanto tiempo me queda, no sé qué puede hacer el Rumano y lo más importante, no sé cuanto aguantará el Sol.
8 comentarios:
Que imagen. Impresiona.
GRACIAS
BUA!!, QUE PASADA DE FOTO!!!
Vaya vistas que tiene El Rumano, eh
No sé si me impresiona más la foto o el relato. ¡Qué luz! Judit
PUES SI, VAYA PARA EL RUMANITO.
Judit, quería que la vieses.
Yellice, a éste ya me lo conozco yo y siempre hace lo que menos esperas. A ver por dónde sale esta vez.
QUIEN SABE, A LO MEJOR TE LO ENCUENTRAS EN UN TABLAO FLAMENCO BAILANDO UNA JOTA ARAGONESA...
Publicar un comentario