lunes, 25 de agosto de 2008

Superhéroes... Controlando la luz del Sol (XII)

(Cliquen aquí con el botón derecho del ratón. Pulsen en "Abrir en una nueva ventana" y empiecen a leer) El domingo amanecí muy pronto, a las 8.30. El día empezó muy bien y acabó mejor. Después del maravilloso partido de baloncesto donde nuestros chicos de oro se lo merecieron todo, tenía que ir a Santiago a buscar a Jaco

Llegando al aeropuerto, ya fuera de la autopista, no tenía noticias suyas así que le escribí un mensaje mientras conducía (“Spepa n afropuerto”), para que no bajase hasta Santiago. 
Retomé la atención para ver el siguiente desvío. Y conduje, y conduje… Por aquí no puede ser. Llevaba un rato pasando monte y más monte y, por fin, una casa. ¡Bien!. 
Paré el coche y entré, a ver si alguien me podía indicar el camino. La casa era una casiña de nada, pero la huerta… tenía de todo. En Galicia, las huertas son maravillosas. Todo lo que plantas, crece (y cómo crece). Y mientras me quedaba idiotizado mirando tomates, cebollas y lechugas, 
-Ohh, las lechugas- , asomaron unos rayitos de sol, 
- Qué bien, aún por encima, está despejando-. Miré arriba y ahí estaba. Mi Sol. 
- Emilio, ha llegado la hora. Estás preparado para cumplir tu misión. En nuestro primer encuentro te hice saber que he esperado eones por algo pero no estabas preparado para saber qué. Desde que existo, mucho antes de que el mundo fuera mundo, he buscado la forma de encontrar mi reflejo y ser, así, absolutamente completo. Muchos antes que tú lo han intentado en otras galaxias, en otras épocas, y no han podido. Pero tú sí puedes. Y lo vas a hacer. 
Me he puesto un poco cachondo pensado, -¡pues claro!-. Entonces he oído gritos. La señora de la casa. Al verme yo ahí, agachado en la huerta, mi reacción ha sido la de largarme sin que me viesen. 
Eso sí, he arrancado antes un par de tomates. Al dar la vuelta con el coche, he vuelto a mirar a la huerta y mi Sol ya no estaba. 
Después de unas cuantas vueltas por varias rotondas llegué al aeropuerto. Recogí a Jaco y nos fuimos hasta el Morrazo (Tierra olímpica) a comer en una terraza encima de la playa de Aldán. 
Para la siesta, nos bajamos a la playa y Yeiko se quedó dormido. Yo me he quedado toda la tarde pensando en la misión y ya se me ha ocurrido algo.


1 comentario:

Anónimo dijo...

AGUJEROS NEGROS?, AHI TIENES PARA PERDERTE.