jueves, 27 de diciembre de 2007

SUPERHÉROES... en la playa

De vez en cuando voy a la playa en invierno para pensar en mi cosas y despejarme. Me llevo el periódico o algún libro de Dalí (no ha nada más daliniano que una playa) y me quedo mirando embobado. Paso frío, los perros me molestan pero me sienta bien. No suele haber mucha gente y la que hay siempre me da curiosidad. Suelo quedarme mirándola. A veces, hasta les saco fotos. Paseo, ando por las rocas,... esas cosas que se pueden hacer en la playa. 
En Vigo, las playas son urbanas y casi siempre hay gente. El día de navidad llovía y pensé en ir hasta el Vao para verla vacía, hacer unas fotos (y mojarme). Iba resguardado de la lluvia y además no soy friolero, así que tampoco me importaba mucho mojarme. ... El chiringo estaba cerrado. Normal, es navidad. Por cambiar un poco mi recorrido atravesé el puente de Toralla, que une la playa con la isla. Es donde está la parte fea: rocas, moles de hormigón, y mucha mierda tirada. Acercándome, oí un murmullo, eran unos niños que estaban dentro de una tubería de desagüe jugando, escondidos. Y allí me quedé también, mirándoles sin que notaran mi presencia. Tenían turrones, chocolate, polvorones,... pero no se veía bien, así que saqué la cámara (llevaba el bendito teleobjetivo!) y enfoqué. La escena que me encontré me pareció como que me la estaba imaginando. Oía gruñidos pero pensaba que era la lluvia, el viento, las olas o una mezcla de todo. Había un engendro, un ser deforme al que le estaban dando polvorones!. Saqué una foto y miré a la pantalla pero, con la lluvia no era capaz de ver nada, así que tiré y tiré fotos. Y sin pensarlo dos veces me volví al coche loco por ver que había salido. Sequé la cámara con un cuidado frenético y la encendí... Batería baja. Vale, a casa corriendo. Hora y media después, con la cámara preparada, descargué las fotos al ordenador directamente y esto fue lo que me encontré. Bajé al coche totalmente poseído y con la cámara preparada (había dejado de llover!) y pisé a fondo. Otra vez a la playa.

Al llegar comprobé que tenía todo conmigo, pero ya no había nadie.

Era noche cerrada y me quedé mirando al mar, con las luces apagadas. Un buen rato.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que chulo...podria haber estado horas leyendo mas de la historia
un beso un beso un beso

emilio cendón dijo...

Cualquier día de éstos me pongo a escribir una novela