Superhéroes... Controlando la luz del Sol (XIII)

Hace unos días que, a cada rato, cae una tormenta en Vigo. 

Típico de finales de agosto. 

El cielo se aclara, pasan nubes altas, bajas, cae un chaparrón, se despeja,… La atmósfera está limpia y se nota. Fastidia los planes de playa pero, por lo que a mi respecta, he tenido suficiente este verano. Y si el otoño es como el del año pasado, habrá playa hasta noviembre. Pero no quería hablarles del tiempo. El sábado me despertó una tormenta sobre las siete de la mañana. Como vivo en un ático y quedaba todo el fin de semana por delante decidí levantarme a mirar. Un fogonazo y a los cinco segundos su trueno correspondiente. Venía del interior de la ría, por el puente de Rande. Abrí la ventana de la cocina a ver si veía algo. Otro rayo y el trueno sólo tardó un par de segundos en seguirle. Esta vez, en el monte de la Guía. Por el camino que llevaba, se estaba acercando. Cogí la cámara, salí a la terraza, clavé el trípode y vi otro rayo, ahora sobre la ría. Cerré el diafragma al máximo y bajé la sensibilidad a 25 asa. Voy a dejar el obturador apretado, tengo que captarlo. Entonces empecé a notar el suelo vibrar, como en los terremotos. Con el dedo pulsado en el obturador y mirando lo que tenía delante con mis propios ojos vi como, al lado del Hotel Bahía aparecía mi Sol rodeado de rayos. 

Estaba lejos pero no había ninguna duda. Esta vez no me estaba mirando. Estaba de lado, flotando en el aire y su luz cegaba. La sensación que tuve fue que la tormenta y mi Sol eran la misma cosa. 

Ahí estaba yo, en mi terraza, a las siete de la mañana, descalzo, mojándome, en medio de una tormenta, con el dedo índice apretando un botón. Un nuevo fogonazo y todo cesó. Desapareció la lluvia y llegó el viento. Y comenzó el día. Recogí mis cosas, sequé la cámara y miré que había quedado. Me quedé toda la mañana pensando. Esta no es la foto pero estoy cerca. Y me he puesto a hacer llamadas a algunos contactos en laboratorios y universidades.

Les seguiré informando.

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