viernes, 29 de agosto de 2008

Azul y sobacos


Después de colgar el miércoles sangre y sobacos me acordé de una cosa de Dalí.
No piensen mal. No voy a justificar mi trabajo.

Si este blog fuese, por ejemplo, sobre Economía y yo fuera contable podría estar intentando legitimar mis presupuestos con lo que otros hayan hecho antes pero estamos hablando de sobacos y Dalí.

Así que disfrútenlo.


"Se me apareció en Cadaqués, acompañada de su marido, Paul Éluard. La segunda mañana de la llegada mis amigos, por ella, ebrio de deseo de atraer su mirada, me rasuré las axilas y me las pinté de azul, recorté mi camisa, me unté de pegamento de pescado y de excremento de cabra, me adorné el cuello con un collar de perlas y la oreja con un jazmín. Cuando me hallé ante ella, no pude hablarle, sacudido por un ataque de risa demencial, cataclismo, fanatismo, abismo, terror. Al día siguiente, me cogió de la mano, calmó aquella risa, y me dijo, solemnemente: Ven, mi niño, ya no nos separaremos nunca más".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Adoro a Dalí.
Esto es un estracto de "Confesiones Inconfesables", lo tengo y lo he mirado. Le ha faltado ponerlo.

emilio cendón dijo...

Será la última vez!