SUPERHÉROES... En el teatro (III)
Como les decía, ayer tenía que quedar a las cuatro y media para hacer una serie de fotos de arquitectura. Me fui hacia el metro de Antón Martín pero antes de llegar a la plaza me vi rodeado por tres gigantones ("clicar botón derecho del ratón", "abrir en una pestaña nueva"). Me agarraron de los brazos y me metieron en una camioneta. A decir verdad, me sentí más aliviado por comprobar que no me volvía loco que inquieto por el secuestro. Me taparon los ojos y arrancamos. Estaba tranquilo, no parecían violentos, sólo estaban haciendo su trabajo.
La camioneta se paró, me quitaron la venda y entramos en un edificio por la puerta trasera. Atravesamos un largo pasillo y llegamos a la puerta del fondo, se detuvieron y uno de ellos me dice: ya hemos llegado, pase.
Abrí la puerta. Estaba en un gran escenario de teatro.
Se oía a lo lejos un sonido de campanillas que se fue convirtiendo en ruido de cencerros. Me fui acostumbrando a la luz que había y descubrí que, el patio de butacas estaba lleno de hombres con pinta pobre y descubrí, entre ellos, a mi rumano de la farola.
Oí unos pasos y “mi público” se giró hacia la otra esquina del escenario. Un cañón de luz lo señalaba con una luz muy tenue y los cencerros se convirtieron en un ruido atronador. De pronto, silencio y una silueta apareció en la luz.
- Bienvenido- , me dijo. – Necesito que me hagas una foto, Emilio. Hace siglos que no veo mi reflejo y sé que tú puedes enseñármelo-.
El hombre que me hablaba vestía muy elegante, de gala. Su cara transmitía la tranquilidad de una vida disfrutada, pero sus rasgo eran delicados.
Y sin embargo me estaba pidiendo ayuda. Y, de pronto, lo entendí.
Pensé un segundo, cogí la cámara y le hice una foto. Nada, no aparecía en la imagen.
Pensé un momento y le pedí que saliésemos al pasillo, donde llegaba la luz del sol. Él accedió sin decir una palabra.
Crucé la puerta pero él se quedó en el umbral, protegiéndose de la luz.
Me pegué a la cristalera, encuadré con mi cámara y le dije: acérquese a la luz, por favor, despacio, y me puse a tirar fotos como un loco. Y cuando el sol llegó a su cara su piel empezó a resquebrajarse y supurar pero su sonrisa era cada vez más grande.
Hoy he bajado al estanco. Cuando volvía me he cruzado con un rumano de los que vende la farola pero no se ha acercado a mi, sólo se ha quedado mirándome. Yo le he sonreído.
La camioneta se paró, me quitaron la venda y entramos en un edificio por la puerta trasera. Atravesamos un largo pasillo y llegamos a la puerta del fondo, se detuvieron y uno de ellos me dice: ya hemos llegado, pase.
Abrí la puerta. Estaba en un gran escenario de teatro.
Se oía a lo lejos un sonido de campanillas que se fue convirtiendo en ruido de cencerros. Me fui acostumbrando a la luz que había y descubrí que, el patio de butacas estaba lleno de hombres con pinta pobre y descubrí, entre ellos, a mi rumano de la farola.
Oí unos pasos y “mi público” se giró hacia la otra esquina del escenario. Un cañón de luz lo señalaba con una luz muy tenue y los cencerros se convirtieron en un ruido atronador. De pronto, silencio y una silueta apareció en la luz.
- Bienvenido- , me dijo. – Necesito que me hagas una foto, Emilio. Hace siglos que no veo mi reflejo y sé que tú puedes enseñármelo-.
El hombre que me hablaba vestía muy elegante, de gala. Su cara transmitía la tranquilidad de una vida disfrutada, pero sus rasgo eran delicados.
Y sin embargo me estaba pidiendo ayuda. Y, de pronto, lo entendí.
Pensé un segundo, cogí la cámara y le hice una foto. Nada, no aparecía en la imagen.
Pensé un momento y le pedí que saliésemos al pasillo, donde llegaba la luz del sol. Él accedió sin decir una palabra.
Crucé la puerta pero él se quedó en el umbral, protegiéndose de la luz.
Me pegué a la cristalera, encuadré con mi cámara y le dije: acérquese a la luz, por favor, despacio, y me puse a tirar fotos como un loco. Y cuando el sol llegó a su cara su piel empezó a resquebrajarse y supurar pero su sonrisa era cada vez más grande.
Hoy he bajado al estanco. Cuando volvía me he cruzado con un rumano de los que vende la farola pero no se ha acercado a mi, sólo se ha quedado mirándome. Yo le he sonreído.
5 comentarios:
MADRE DE DIOS
PRIMERO ME PREOCUPE COMO PSICOLOGA
LUEGO DISFRUTE COMO LECTORA
LUEGO DISFRUTE COMO LECTORA
Y AHORA ME ENORGULLEZCO DE SER TU HERMANA
FUN4ALL
has caído como una china!
(mira tú... pensar que me había vuelto chalao...)
Das clases particulares????
anónimo, firme, por favor
anónimo (shark attck victim) a ti te voy a dar yo...
Publicar un comentario